Sobre las 13:00 hemos fondeado delante de la playa y
sorprendentemente era el único barco allí, Ico, Lolo y yo hemos bajado a
tierra en el dinghi remando porque el motor no lo han arreglado aún,
Jerónimo ha venido más tarde en kayak. Al desembarcar hemos podido
ver los cocoteros que hay y sobretodo, el entrante del río, con toda
vegetación y un agua dulce y cristalina a mas no poder donde nos hemos
bañado y he aprovechado para inmortalizar el lugar.
Después, hemos comido en el Chiringuito unos
pescados buenísimos, capitán y mero, además de arroz, plátano frito y
una langosta, un manjar exquisito.
Después de
comer, Jerónimo nos ha enseñado un camino que va paralelo al río por el
que nos hemos entrado y Jerónimo y yo nos hemos metido en el río para
llegar hasta la playa, una experiencia inolvidable, que bonito era baja
nadando con la corriente y mirar toda la vegetación que teníamos encima y
además se veían los peces por debajo.
Después de esto, hemos vuelto al barco para poner
rumbo a puerto bahía, 4 horas de travesía y la mayoría nocturna, he
podido admirar el cielo que tanto me gustaba cuando crucé el Atlántico,
lleno de estrellas sin ningún hueco oscuro, además de la luz que ilumina
el plancton, una luz verdosa que llama la atención.
He cenado yo solo puesto que nadie tenía hambre,
cabe destacar que Lolo y yo estábamos un poco resacosillos por los rones
y los puros de anoche, hemos pasado toda la travesía de ida durmiendo con el estómago un poco revuelto. Después ya estábamos bien.
