Diario de a bordo: Cruzando el Atlántico; Día 24 - mi blog náutico

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28 nov 2011

Diario de a bordo: Cruzando el Atlántico; Día 24

Escribo mi último día de navegación con tristeza y a la vez emoción bajo el resplandor de la luna creciente, que aquí se ve mucho mejor que en España, y el mar de fondo del Caribe, mayor con 2 rizos y Génova navegando a 6,5 kt y a una distancia de 120' de Samanah dejando ya Puerto Rico.


Cumulonimbus
 El día de hoy ha transcurrido teniendo de todo; Lo primero, el momento más dificil y peligroso del viaje en mi guardia y luego un día bastante bueno, hasta hemos pescado otro dorado.

Dorado
Después de dormir 4 horas y no haber dormido casi la noche anterior, no me encontraba muy bien y habia tomado ibuprofeno, me levanté a las 0:00h HRB para hacer mis 2 horas de guardia. Al principio todo iba bien, Santi dormía y yo vigilaba mientras escuchaba música. Veía relámpagos muy lejos en tierra de Puerto Rico y a sotavento, con lo cual nada peligroso para nosotros, detrás se veía algo negro pero no demasiado, justo encima nuestro, el cielo despejado.

Avisté dos barcos bastante grandes y poco despues se puso a llover un poco, así es que puse el bimini y el antirociones y sin despertar a Santi, le arropé con su abrigo porque de momento estaba cubierto y no se mojaba, no veía peligro como para alarmarse.

Más tarde, vi que los dos barcos me mostraban la luz de babor y que llevaban rumbos que no podrían colisionar con nosotros, aunque ya lo intuía porque los estaba midiendo con el compás de marcación desde el principio de verlos.

Pasó el primero y sin ningún problema por nuestra proa, mientras no paraba de llover, pero el barco no estaba demasiado escorado, así es que el bimini y el anti rociones nos protegían y dejé que Santi continuase durmiendo.

Cuando nos acercábamos al segundo barco y mi guardia ya habia acabado hubo un role tremendo y tuve que coger el timón y poner el piloto en Stand by, derrepente empezó a soplar el viento y a llover a mares, le dí un grito a Santi para que despertase al Capitán, Santi fue corriendo a despertarle y salieron los dos pitando mientras yo intentaba controlar el barco.

La intensidad del viento crecía y la lluvia era cada vez más fuerte, tanto que en menos de 1 minuto dejamos de ver el barco que teníamos a menos de 200 metros. Ya el miedo empezó a reinar, porque además el role hizo que yo virase el barco con un rumbo de colisión al barco que dejé de ver, Jerónimo me preguntó: - ¿Cómo estás? - y yo le respondí: - "Cagao"-, y me dijo:- pues lo estás haciendo muy bien, así que continúa así...- (yo pensaba que cogería él la caña, pero bueno, le hice caso y continué...), así que Santi y él se encargaron de intentar arriar las velas, primero enrollaron el Génova y esperaron a tener un momento que no soplase viento para arriar la mayor en el menor tiempo posible, pero el viento era de unos 37kt con picos de 50kt en algunos momentos. Mi misión era la de mantener el barco con viento de popa y que por lo que más quisiera que no cambiara la botavara de banda porque con la fuerza que lo haría solo diós sabría que nos podría pasar ( yo solo me hago una idea), así es que ya tenía más presión. El barco navegaba a 10 kt solo con la mayor, el mar se empezaba a formar, lo que las olas me dificultaban más la maniobra del barco, tenía que corregir rápidamente el rumbo y con más fuerza, mi hombro izquierdo ya me dolía porque tengo algo desde hace tiempo que en los esfuerzos duraderos me duele a rabiar, y además, aparte de acercarnos al barco que no veíamos, tambien lo hacíamos a tierra. Javier, Juan, Lolo e Ico estaban dentro, Jerónimo no dejó que saliera nadie más fuera porque era peligroso, así es que ellos estaban dentro mirando el radar y viendo como nos poníamos en menos de una hora a 6' de la costa, cuando estabamos a unas 14'...

Seguiamos sin poder bajar la mayor puesto que los sables podrían engacharse en las crucetas y entonces se volvería una situación incontrolable. Así es que todo dependía de mí (cosa que no me animaba demasiado),  la meta era conseguir que el barco no trasluchara; era la primera vez que cogía el timón con tanto viento y sobretodo que iba a la caña tanto tiempo seguido, siempre me he dedicado a trimar las velas, cuando ya habian pasado 45 minutos, el capitán vió el momento de arriar la mayor y eso hizo, mientras ya estábamos calados de arriba a abajo, sin ver nada y con el miedo de encallar o chocar contra otra embarcaión. Me fijaba en los picos de 50kt de vientos y viendo las olas que se formaron, por mi cabeza pasó toda mi vida y realmente ya lo pasé mal de verdad, me entraba agua por el chubasquero, tenía frío, no me habia dado tiempo a ponerme el traje de agua, con lo cual la ropa estaba empapada, y encima la incomodidad de lluvia hacía que el trabajo que se hace sea más incómodo aún... Cuando el capitán habia arriado la mayor, yo ni me habia dado cuenta puesto que el barco seguía navegando rapidísimo y yo no la veía porque me la tapaba el bimini y es entonces cuando arrancamos el motor, pero no servía demasiado porque era incontrolable, Jerónimo fue al palo a enrollar la mayor a la botavara y se cayó un par de veces, una de ella por mi culpa, era muy arriesgado esto que estaba haciendo, pero a la vez necesario porque la vela podia hincharse haciendo bolsas con los pliegues y eso sería bastante malo, y además seguía lloviendo el diluvio universal. Ayer dije que en mi vida habia visto llover como lo hizo el chubasco que nos cogió a medio día, pues hoy cambio, esto aún es peor.

Ya con el barco más o menos controlado, respodía, izamos el genova y trasluchamos para ir hacia el norte y alejarnos de tierra. Ya pasada una hora y media, el temporal de rachas de viento huracanado (que tambien dejó algún relámpago que otro) amainó y continuamos navegando. Yo me quedé un rato más despues de cambiarme y secarme puesto que iba en pijama y encima unos vaqueros y el cortavientos que me habia regalado mi amiga Leticia que me vino muy bien para el viaje, y unos nauticos que tenían más agua que el mar mediterraneo.

Santi y Jerónimo me dieron la enhorabuena y me dijeron que lo habia hecho muy bien, realmente me emocioné mucho y me salió alguna lágrima que otra. Era la peor situación que habiamos pasado cada uno de la tripulación y hasta Santi e Ico, que han cruzado el cabo de hornos, dicen que lo han pasado muy mal.

Despues de un rato que ya habia pasado todo, agotado, con molestias en el hombro, y con frío, me acosté.

Esta mañana me he levantado y no habia nada de viento y el barco a motor, la tripulación fuera un poco callada , supongo que porque hoy es el último día de esta aventura, viaje o experiéncia.
Hemos estado comentando todo el rato la tormenta de anoche y mientras comíamos las tortillas de patata y de atún preparadas por Lolo, hemos brindado con un Marqués de Riscal regalado por Luis Requena para que celebrásemos el final del viaje a su salud, hemos brindado a su salud y por la tempestad de anoche, yo tambien lo he hecho por la serenidad y confianza que transmitió Jerónimo en la situación tan extrema, pienso que salimos de esa gracias a ello.
Como siempre, ha habido sobremesa, bastante larga, nos hemos reido mucho y creo que cada uno ha empezado a valorar este viaje a su manera.

Trafíco marítimo
Al atardecer, debo reconocer que me han vuelto a salir las lágrimas porque tardaré en disfrutar de estos atardeceres en el océano mientras navego, y que son tan diferentes  a los de los demás sitios, incluso los de Formentera, que tambien son preciosos, no son como los del Atlántico. He pensado en todo el viaje, en las cosas buenas y en las cosas malas, las buenas ganan a las malas, como siempre, o a lo mejor es mi caracter, lo que sí que sé es que ha sido lo más grande que he hecho hasta ahora  y tardaré en igualar algo así o superarlo.

La llegada a Samaná está prevista para mañana por la mañana-tarde.

Javier mirando el horizonte








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