Son las 8 de la mañana y ya estamos todos despiertos, hemos pensado que nos vamos a ir a cayo levantado, una isla que hay a la entrada de la bahía de Samaná, algo que nos llamó la atención el día que llegamos de la travesía Atlántica. Desayunamos tranquilamente, nos aseamos y
nos cambiamos para poner rumbo a motor.
10:00h: Hemos llegado y fondeado sin
problemas, este sitio se ve completamente paradisíaco, nada que ver con
las aguas verdosas que acabamos de navegar, un espectáculo de la
naturaleza con aguas cristalinas y diferentes tomos de azul debido al
coral.
Despues de hinchar el dinghi, hemos desembarcado en la
isla y a un isleño le hemos pedido que nos vigile el chinchorro y el
barco mientras nuestra estancia en la isla, hemos paseado un poco por las
playas, y entre las dos que hemos estado había un mercadillo, me ha
resultado curioso que un vendedor me hablaba en ingles y yo
le contestaba en dicho idioma, en una de estas me ha preguntado que de
donde era y le he dicho de España, y continuaba hablándome en inglés,
dato que me ha hecho gracia.... Después de tomarnos una Presidente
(cerveza dominicana) de 650ml, hemos regresado a la playa donde estaba
la auxiliar y hemos vuelto al barco la principio a remo porque no
arrancaba el motor hasta que lo ha hecho.
El capitán ha preparado unos spaguetti que estaban
muy buenos, y después hemos tenido una sobremesa como las que teníamos
cuando cruzamos el Atlántico, llena de alegría y anécdotas. Hasta qué
hemos levado ancla y hemos puesto rumbo a puerto bahía con la Génova
sólo puesto que llevábamos viento de popa y hemos navegado genial.
También hemos intentado pescar algo, pero no ha habido fortuna, cuando
hemos llegado a puerto bahía, Jerónimo ha ido a negociar un coche para
irnos a casa de un amigo suyo esta noche para cenar.
Ya con coche, hemos puesto rumbo a Samaná para
comprar fruta, en un poblado en el que confundo si estoy en el Caribe o
África, me sorprende y duele ver la pobreza que hay aquí, pero también
hay que resaltar que la gente es muy feliz a su vez.
Uno de los contrastes más grandes que he vivido es
ir a cenar a una de las casas más impactantes que hay en el mundo en un
poblado con mucha pobreza, pero en un lugar fantástico, no hay tabiques
con las vistas al mar, las camas son rústicas, y en la habitación principal,
la cama está hecha con troncos de pino al igual que los muebles del
salón comedor que es un cenador enorme, sin paredes y con tejado de
cana. Simplemente impresionante, nos acogieron José y Norah, dos amigos
de Jerónimo y cenamos con ellos, amigos suyos y familiares, un sancocho
que es un estofado con 5 tipos de carnes distintas, todo un manjar.
Resultado de todo esto, Una velada muy agradable con risas, conversaciones cultas, etc. Remarcar que ambos son veterinarios y tienen un montón de animales en casa, entre ellos un guacamayo que cogí y casi me saca un ojo cuando le dijeron que me diera un beso...
A la vuelta, fuimos al café del mar porque había una
fiesta, aquí conocí a amigos de mi primo cuando trabajó ahí y también al constructor del
complejo de puerto bahía que a su vez es el dueño de la empresa Brugal. Jerónimo y yo nos quedamos hasta el final.